Última actualización:
Tabla de Contenidos
ToggleA día de hoy cada vez resuena más el tema de Bitcoin y las criptomonedas. Lo vemos en las noticias, en los periódicos, en redes sociales, pero, puede ser complicado entender de qué se trata. Detrás de todas esas monedas digitales y tanta tecnología existe un motor que mueve todo, y es la blockchain. No, no es física cuántica, sino un poquito de informática.
No te preocupes porque con esta guía podrás aprender en 5 minutos y sin cursar la universidad qué es exactamente la blockchain y cómo funciona.
Vamos a lo general y lo sencillo. La blockchain no es más que una base de datos digital compartida. En esta base de datos se registran las transacciones (cuando envías o recibes BTC). Todo ello de forma segura, transparente y sobre todo inmutable. Inmutable se refiere a una cualidad muy característica de esta tecnología y es que una vez se registra una transacción, esta no se puede borrar o modificar. Es como un libro de registros transparente y público, pero digital.
Habrás escuchado hablar de “cadena de bloques” pero su traducción al inglés y segunda forma de llamarlo es “blockchain”. La palabra “bloques” viene porque cuando se realiza una transacción, esta se agrupa con otras que también acaban de realizarse en un bloque. Posteriormente, este bloque se enlaza a otro anterior y voilà, ya tenemos la cadena de bloques.
Cada bloque contiene información y referencia al bloque anterior. Esto hace casi imposible manipular cualquier dato en cualquier bloque de la cadena.
La blockchain llegó de la mano de Bitcoin, con lo cual, se conceptualizó en el año 2008. Esto fue gracias a un artículo titulado «Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System». En él, Satoshi Nakamoto introdujo la idea de la blockchain y la criptomoneda Bitcoin.
Cabe destacar que la idea de registros distribuidos ya existía de antes. Satoshi lo que hizo fue combinar las redes distribuidas con la criptografía y añadir un sistema de consenso. De esta forma terminó creando un ecosistema totalmente seguro y descentralizado, al que hoy conocemos como blockchain.
Si tuviera que explicar el funcionamiento de la blockchain en tres palabras, diría “bloques, transacciones y nodos”. Básicamente, estas son las tres partes de una cadena de bloques. Una transacción es cualquier acción que se lleve a cabo en la cadena y por ende, que se registre. Puede ser enviar dinero, recibirlo o certificar un documento, entre miles de posibilidades.
Luego tenemos los bloques que, como ya has visto, son paquetes donde se agrupan las transacciones para indexarlas en la blockchain. Por último, aunque no menos importante, están los nodos. Estos son los que hacen todo el trabajo. Se trata básicamente de ordenadores que trabajan en la red y guardan una copia de seguridad de toda la cadena de bloques.
Uno de los elementos que supuso el éxito de la tecnología de Satoshi Nakamoto fue su sistema de consenso. Este es un acuerdo entre todos los nodos sobre qué transacciones son válidas para introducirse en la red y en qué orden deben añadirse.
Hay varias formas de lograr estos acuerdos, entre ellas las dos más conocidas son Proof of Work y Proof of Stake. Estos sistemas son los que ayudan a evitar fraudes y ataques a la red, puesto que aseguran que todos los participantes estén de acuerdo a la hora de dar luz verde, es difícil engañarlos.
Otro aspecto clave en la blockchain es la descentralización. Esta es una característica inherente a la mayoría de criptomonedas. Básicamente, no hay un jefe, ni hay un banco o empresa que controle todo. Solo están los nodos, todos con el mismo poder y la misma información. Si uno cae, todos los demás seguirán realizando las mismas funciones.
Por ello, la descentralización hace a la red más fuerte y resistente a ataques. No haces nada con corromper a un nodo, necesitarías corromper a más de la mitad para poder tener algo de control. Ni te lo plantees, es casi imposible. Sigamos con la guía.
La blockchain es el núcleo de cada criptomoneda. No es solo el motor, es también su registro, su seguridad, su centro de operaciones… Es la tecnología que garantiza que las criptomonedas puedan ser lo que son.
Esto se logra gracias a tres características claves que siempre han estado presentes:
Un error muy común es asociar la tecnología blockchain solo a las criptomonedas. Te sorprendería saber cuántas cosas se pueden hacer gracias a la cadena de bloques. De hecho, lo sabrás en unos segundos.
Para empezar, con la blockchain puedes trazar productos. ¿Qué significa esto? Que puedes saber desde el origen hasta el final todo el recorrido que ha realizado un producto en específico. Esto es ideal en industrias de alimentos o energía, para garantizar la autenticidad y la seguridad de la mercancía.
Otro ejemplo de los usos de la blockchain es la identidad digital y la protección de datos. Como mismo se protegen los datos en las transacciones, se puede aplicar este proceso al mundo real. Con la blockchain se puede facilitar la comprobación de identidades en internet y sirve para aumentar la protección contra fraudes y robos.
Esta igual te sorprende porque sí, la blockchain sirve para votar por tu presidente favorito. A día de hoy se han realizado algunas pruebas (y con éxito) de votos electrónicos a través de la blockchain. Entre los países que han puesto a prueba esta tecnología encontramos a Estados Unidos, Japón o la India. La blockchain garantiza que los votos no puedan manipularse, y por eso es una herramienta ideal en este tipo de procesos.
También se puede implementar esta tecnología en certificados académicos o títulos para garantizar que no se puedan falsificar al emitirlos de forma digital. Incluso se puede aplicar el mismo sistema para garantizar los derechos de propiedad de obras digitales como NFT, música o arte.
La respuesta rápida y simple es No, no todas las blockchains son iguales, de hecho, pueden ser muy diferentes.
Existen dos grandes categorías en que podemos calificar las blockchains y una tercera que es un mix. Tenemos, por un lado, las blockchains públicas. Estas son abiertas a todos. Esto significa que cualquiera puede participar, buscar información o interactuar. Este tipo de blockchain es la máxima expresión de transparencia y descentralización. Algunos ejemplos son Bitcoin o Ethereum.
En contraposición tenemos las blockchains privadas. Estas destacan porque solo determinados usuarios o grupos de ellos pueden acceder o validar transacciones. Pueden estar controladas por una organización o entidad. Este tipo de blockchain es bastante común en empresas que buscan más privacidad y control.
Si juntamos ambos tipos de blockchain obtenemos como resultado una nueva categoría; la blockchain híbrida. Esta combina lo mejor de las dos anteriores. Algunas operaciones y datos son de carácter público, y otras de carácter privado. La categoría es flexible, ofrece control pero también transparencia. Puede adaptarse más a una categoría u otra dependiendo de lo que necesite el proyecto base.
Con independencia del tipo de blockchain en la que trabajes, las transacciones necesitan validarse y para ello están los mecanismos de consenso. Existen dos principales (aunque luego podemos encontrar muchos más).
Por un lado, está el Proof of Work, que es el que se emplea en Bitcoin y hace que los participantes resuelvan acertijos matemáticos para validar bloques. Solo con la respuesta correcta se introducirá el nuevo bloque en la blockchain y quien la encuentre recibirá una recompensa, pero eso es otro tema.
Y, por otro lado, encontramos al Proof of Stake. Este suele emplearse en blockchains más modernas como Ethereum. En este caso, los validadores se eligen en dependencia de la cantidad de monedas que tengan bloqueadas a modo de “apuesta” en la red. Cabe destacar que en cuanto a energía es mucho más eficiente.
Existen miles de blockchains en el ecosistema cripto, y pensar que todo empezó por una en concreto. A día de hoy la más conocida es Bitcoin (no podía ser de otra forma). Luego tenemos a Ethereum que destaca por su tecnología y contratos inteligentes. También merece una mención la blockchain de Solana, que ha destacado en los últimos años por su alta velocidad y bajos costes, o Cardano por su enfoque sostenible. Estas son solo una pincelada de todo el universo de blockchains que existen, vale la pena explorarlo.
Realmente no necesitas saber programar para usar la blockchain. Solo necesitas un móvil, internet y una aplicación wallet para moverte por el ecosistema.
Para ello existen plataformas interesantes como Bitnovo que simplifican el trabajo. Desde la app puedes comprar y gestionar tus criptomonedas, estando en contacto con la blockchain de la forma más sencilla posible, sin importar el nivel técnico.